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miércoles, 25 de noviembre de 2009

Día de la Música

Se me pasó!!! El 22 fue el día de la música, y para homenajearla, nada mejor que un cuento. saludos!!

Y LA MÚSICA SIGUIÓ SONANDO
El concierto estaba a punto de comenzar. Los músicos subieron al escenario, y el público aplaudió. Luego apareció el director de la orquesta, y el público volvió a aplaudir. Todo el teatro estaba en silencio, esperando escuchar las más hermosas melodías. Y cuando el director dio la orden con su batuta, los músicos comenzaron a tocar sus instrumentos. ¡Para qué! Ningún sonido se oía. Los músicos tocaron con más fuerza, pero no pasó nada. El público comenzó a levantarse, enojado. El director estaba muy nervioso, no sabía qué hacer.
De pronto, de tanto soplar y soplar, la trompeta comenzó a sonar. Pero no una canción. No, nada de eso. Comenzó a hablar. Sí, palabras de verdad. Toda la gente que se estaba yendo, se dio vuelta para ver qué pasaba. Al director de la orquesta, del susto, se le cayó la peluca que usaba. Y la trompeta dijo:
“Si, así es. No queremos sonar más. ¿Por qué siempre aplauden a los músicos, al director, pero nunca nos aplauden a nosotros?”
Entonces el piano, con sus teclas que parecen dientes gigantes dijo:
“La trompeta tiene razón. Estamos cansados de tanto trabajar y que nadie nos felicite. Nosotros también somos importantes en la orquesta”.
El tambor, que comenzó a rodar por todo el escenario dijo:
“Por eso hoy decidimos no sonar más. A menos que hagan algo al respecto”.
Todo el público se asombró. Era muy raro escuchar a los instrumentos hablar. Pero alguien del público gritó:
“¿Y si hoy se convierte en el día de la música, para felicitar a todos los instrumentos que hacen las canciones más lindas?”
Entonces la guitarra, moviendo sus finas cuerdas, dijo:
“Excelente idea. A partir de hoy, todos los 22 de noviembre serán el día de la música”.
Y desde hace muchos años se festeja el Día de la música. Si los instrumentos no hubieran pedido lo que creían que se merecían, nunca hubieran tenido su día. Te lo cuento, por si no lo sabías.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Juguetes de Ayer

Este cuento fue publicado este año, en uno de los libros escolares de EDIBA. Me gusta mucho la relación que entablan abuelo y nieto, y lo que significa para un chico tomar decisiones.

Que lo disfruten!


JUGUETES DE AYER
Hace unas semanas mi abuelo me vio jugando con un jueguito electrónico de carreras de autos. Él no entendía muy bien cómo funcionaba, pero me veía jugar todo el día. Entonces me hizo una proposición:

–Agustín –me dijo–, en unas semanas es tu cumpleaños, y no sé que regalarte. En realidad tengo pensado tres regalos distintos, y no sé cuál te va a gustar más.

–Y… Dame los tres, abu –le dije con una sonrisa.

–Ja ja ja. Lo que voy a hacer es dejarte jugar con los tres, para que los pruebes. Vas a cumplir ocho años, y estás grande para decidir qué juguete es el que más te gusta.

Acepté su idea tan extraña. Al día siguiente, recibí un balero. Sí, así se llama. Es una pelota de madera, del tamaño de una mano, con un agujero debajo. Esta pelota está atada a un palo. El juego es tratar de embocar el palo en el agujero de la pelota. Al principio parecía aburrido, pero después de varios días cada vez jugaba mejor. Había días que embocaba la pelota hasta tres veces. Y cuando me empezó a gustar el juguete, llegó mi abuelo y me lo cambió por otro. Era el trato que teníamos. Me dio un yo-yo. Nombre raro el de este juguete. Es… es… como un alfajor atado con un piolín, y te lo atas al dedo. Aprendí a hacer muchas piruetas: el ascensor, el perrito, la vuelta al mundo. Y cuando menos lo esperaba, mi abuelo me lo cambió por un trompo. Este juguete es difícil de explicar cómo es, pero lo que les puedo decir es que gira como un tornado, y cuanto más tiempo gira, más divertido es. Pero también me sacó el trompo.

Durante varios días no supe qué hacer. Habíamos hecho un trato, y tenía que elegir un juguete, pero los tres me habían gustado mucho. Entonces se me ocurrió una idea.

El día de mi cumpleaños, mi abuelo entró a mi cuarto y me dijo:

–¿Y, Agustín? ¿Ya sabés que juguete querés que te regale?

–Me gustaron los tres –le dije–, por eso te propongo un nuevo trato, abu. Te cambio tus tres juguetes, por mi jueguito electrónico.

Mi abuelo pensó un rato y me dijo:

–Trato hecho. Dejaste de lado un juguete que te gusta por otros tres que también te gustan. Eso también es poder elegir. Te felicito.

Ahora estoy feliz y no dejo de jugar con mis nuevos juguetes. Y no se sorprendan si ven a mi abuelo por la calle con el jueguito electrónico, parece que le encantan las carreras de autos.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

nuestras artes

Hoy no sólo es mi cumpleaños (29 añitos!!), sino que también comienza la Semana de las artes (del 11 al 15 de noviembre). La mejor manera de celebrar ambos eventos, es con una poesía que publiqué hace algunos años, sobre las artes. Que la disfruten. Saludos.

Nuestras Artes

En noviembre celebramos,
Algo muy especial.
Se trata de la semana de las artes,
Una semana ideal.

Son seis las artes que tenemos,
Cada una divertida,
Las aprendemos en la escuela,
Y nos alegran la vida.

Si te gusta la Pintura,
Usarás témperas y pincel,
Si te gusta la Escultura
Darás forma con un cincel.

La Escritura, con sus cuentos y relatos,
Nos llena de fantasía,
Y la Danza, entre pasos y piruetas,
Nos asombra la coreografía.

En el Teatro vemos a los actores,
Que personajes interpretan,
Y en la Música escuchamos cantantes,
Con sus voces nos deleitan.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Juegos en la Nieve

Cuento publicado en el libro escolar de Primer Grado de Ediba, en 2004, y nuevamente en 2009. Espero les guste. Saludos.

JUEGOS EN LA NIEVE

El año pasado Lucía se fue con sus papás y su hermano a Mendoza durante las vacaciones de invierno. Era la primera vez que Lucía tocaría la nieve. Cuando llegaron, la pequeña nena se bajó del auto tan rápido como un rayo, y mientras se sacaba los guantes, se tiró de cabeza sobre el hielo.

–¡Esto está muy frío, mami! –gritó la nena mientras reía.

–¿Viste Lucy? Es como hielo todo roto –respondió la mamá mientras miraba a su hija jugando en la nieve.

–Me encanta la nieve –dijo la nena mientras hacía una bola.

Estuvieron jugando un rato largo, haciendo bolas y arrojándolas muy lejos, armando muñecos de nieve, haciendo pozos y todo lo que se te ocurra. Hasta que el papá dijo:

–Bueno, nos tenemos que ir al hotel.

Lucía puso cara de tristeza y dijo:

–Yo no me quiero ir. Me gusta mucho jugar en la nieve.

–Ya lo sé hija, pero mañana tenemos que volver a casa. Ya se terminan las vacaciones –dijo la mamá.

–Bueno. Pero me quiero llevar un poco de nieve para mostrarle a Juli. Ella es mi amiga, y nunca tocó la nieve.

–No vas a poder, hijita. Se va a derretir toda, y cuando lleguemos a casa la nieve va a ser agua –respondió la madre.

La familia se subió al auto y se fueron al hotel. Al día siguiente ya estaban en su casa otra vez. Las vacaciones habían terminado y Lucía volvió al colegio. Al regreso, invitó a su amiga Julieta a su casa para contarle sobre sus vacaciones en Mendoza. Mientras estaban merendando, la madre escuchó lo que decían.

–¿Y cómo es la nieve, Lu? –preguntó Julieta mientras comía una galletita.

–Es muuuuyyy fría. Y blanca. Es como arena toda blanca, pero más fría.

–Me encantaría tocar la nieve. Mis papás dicen que algún día vamos a ir.

–Yo te quería traer un poco, pero mi mamá dijo que se iba a hacer agua.

La madre, que estaba escuchando todo, agarró un plato grande y abrió el freezer. Junto mucho hielo y cuando se dio vuelta dijo:

–Yo sí traje un poco de nieve para que Juli la pueda tocar.

Y puso el plato en el medio de la mesa. Entonces las dos nenas enterraron sus manos y comenzaron a jugar con esa nieve tan rara.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Concurso Literario




Me interesa difundir el concurso literario "De Ana Frank a nuestros días", porque incentiva a los jóvenes a escribir y a descubrir la historia. Se entrecruzan dos disciplinas muy interesantes, y puede ser enriquecedor para cualquier persona que desee escribir.
El concurso es para jóvenes y pueden encontrar las bases en el sitio.

El Centro Ana Frank Argentina y el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, te invitan a participar del concurso Literario “De Ana Frank A Nuestros Días”, y ganar un viaje para conocer la Casa de Ana Frank en Amsterdam.

Saludos

domingo, 1 de noviembre de 2009

Tres barriletes

A continuación un cuento que escribí este año, y que demuestra que no siempre la unión hace a la fuerza. Saludos!

TRES BARRILETES
Leandro, Luciano y Lionel miraban la televisión cuando en un programa mostraron un torneo de barriletes. Los tres se miraron y dijeron al mismo tiempo: “¡hagamos uno!”

–Chicos, creo que tengo una revista que enseña cómo hacelos –dijo Leandro–. Voy a buscarla.

Cuando regresó, tenía la revista y los materiales que necesitaban. Hilo, papel barrilete, varillas de madera, un poco de trapo, tijeras y cinta de papel.

–Voy a usar el papel verde –dijo Lionel.

–No, ¿por qué vas a usar vos todo el papel?– protestó Luciano.

–Porque quiero que sea muy grande y lindo mi barrilete.

–Entonces, si te llevás el papel, yo me llevo el trapo para hacer la cola.

–No. Esos son los únicos pedazos de tela que hay –se quejó Leandro.

–No me importa. Si Lionel se queda con el papel, y no lo reparte entre los tres, yo me quedo con todo el trapo.

–Bueno. Quédense con esas cosas, yo me llevo todo el hilo –dijo Leandro enojado.

Y así cada uno construyó su barrilete como pudo. Lionel, en lugar de piolín, usó los cordones de sus zapatillas. Luciano uso papel de diario. Y Leandro, con cinta de papel, hizo la cola de su barrilete. Después de mucho trabajo, salieron al jardín a remontarlos.

Pero ninguno logró remontar su barrilete. Intentaron muchas veces, hasta que se cansaron de correr. Cuando parecía que un barrilete comenzaba a elevarse, volvía a caer, y los otros dos chicos se reían.

Después de mucho probar, Lionel dijo:

–Chicos, esto no funciona. Algo hicimos mal.

–Claro que hicimos algo mal –dijo Leandro–. Vos tenés un hilo muy corto, Luciano usó papel de diario, y la cola de mi barrilete no pesa lo suficiente. Eso pasa porque no compartimos los materiales.

–Entonces compartámoslos –dijo Luciano –y nos turnamos para remontarlo.

Los tres chicos desarmaron sus barriletes, para armar uno con los materiales correctos. Minutos después, un hermoso barrilete verde estaba construido. Leandro tomo el hilo y comenzó a correr, pero el barrilete tampoco se elevó. Probaron Luciano y Lionel y tampoco funcionó. Entonces Leandro tomó la revista, la miró y dijo:

–No entiendo. Seguimos los pasos a la perfección. Se necesita hilo, papel barrilete, varillas de madera, trapo para la cola…–dijo Leandro.

–¿Qué pasa, Lean? –preguntó Lionel.

–Nos olvidamos de algo muy importante para poder remontar un barrilete.

Los amigos se miraron sin saber qué faltaba. Entonces Leandro les dijo:

–¡Falta viento! ¡Sin viento el barrilete no vuela!

Los tres amigos comenzaron a reírse tanto que no podían parar.

–Volvamos a intentarlo mañana –dijo Luciano, mientras los tres entraban a la casa para merendar.