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jueves, 8 de septiembre de 2011

El libro imaginado

Hace mucho que no les traía un cuento para leer, para distenderse, para divertirse.
Por eso, les dejo un texto que escribí hace un tiempo, para el día del libro.
Que lo disfruten!

El libro imaginado

Alejandra iba rumbo a la escuela, como todas las mañanas. Pensaba en lo lindo del otoño, las hojas de tonos amarillos y marrones. Le encantaba usar bufanda, y nunca salía de su casa sin ella. Mirando las hojas del suelo estaba, cuando encontró un libro. Allí, descansaba sobre el colchón natural, arropando a los personajes que vivían adentro. Alejandra buscó a su dueño por los alrededores, pero no encontró a nadie. Ni siquiera a alguien para preguntarle.
      Se agachó suavemente para agarrarlo. En la tapa roja, un dinosaurio con cabeza de pato y colmillos de elefante, pisoteaba una ciudad, y los vecinos corrían despavoridos. El título era: “Las increíbles andanzas de mi mascota mutante”. Interesante título, pensó Ale, y lo guardó en su mochila. Durante toda la mañana, se imaginó de qué trataría el libro. ¿Sería un dinosaurio del pasado? ¿Su dueño sería un científico loco? ¿Se habría comido a un pato y por eso tenía esa cara? ¿Serán muchas historias o una sola? ¿Será una mascota mutante genéticamente alterada o habrá nacido así?
Cuando la maestra de matemática le pidió a la clase que resolviera las cuentas que había escrito en el pizarrón, ella se distrajo pensando en que tal vez, la mascota del libro sabría hacer cuentas. Mientras el maestro de música les enseñaba las notas musicales, Alejandra se imaginaba al mutante cantando en una ópera. Cuando la maestra de plástica entró al aula, Ale creyó que el personaje de su nuevo libro pintaría en sus ratos libres. Toda la mañana estuvo imaginando las historias que guardaba en su mochila.
Al salir de la escuela, corrió a su casa, saludó a su mamá ni bien entró, y pidió que no la molestaran, porque tenía mucho que leer. Se acostó en su cama, y como quien comienza una aventura, con el libro en sus manos tomo aire y lo abrió.
En blanco. Las hojas estaban en blanco. Ni un cuento corto, ni una frase, ni siquiera una letra olvidada por el escritor. Nada. Gran decepción se llevó al ver que no había historia.
Sin embargo, se le ocurrió una gran idea. Se sentó en su escritorio, tomó un lápiz, y se dispuso a ser ella la escritora de las fabulosas aventuras del mutante. Después de un día de tanto soñar con la mascota mutante y sus andanzas, no le sería difícil. Porque al fin y al cabo, todos podemos inventar historias, escribirlas, y navegar con nuestra imaginación. Un libro siempre está en blanco, cada uno lo llena con sus ganas de aventurarse.

5 comentarios:

sonoio dijo...

bueno darío después de mucho tiempo paso por blogger y me hago una escapada por aquí

me emncantó este cuento y
por traslación me hizo pensar en la vida de cada uno en el libro que escribimos

un gran saludo!!

Anónimo dijo...

Un hermoso cuento. Mosilni

tiflolibros dijo...

Hola Darío, trabajo en una biblioteca digital exclusiva para lectores ciegos o de baja visión www.tiflolibros.com.ar Nos gustaría saber si hay posibilidades de incluir tus libros de cuentos infantiles entre las obras que ofrecemos en forma gratuita. Es difícil encontrar material de lectura accesible (audio, braille texto electrónico) y suele ser labor del docente especial adaptar cada texto que los chicos necesitan o quieren leer. Ojalá podamos contar con tus lindos textos! Un abrazo y gracias por tus relatos! Marta - difusion@tiflolibros.com.ar

David Cotos dijo...

en verdad al final cuando leemos un cuento o una novela o una poesía se adapta a nuestro propio mundo e imágenes. nunca va ser igual a lo que ha leído otro ser humano en el mundo, ni siquiera a lo que el escritor penso.

Darío A. Levin dijo...

gracias por sus comentario!!
saludos