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lunes, 21 de septiembre de 2009

Un trabajo para cada uno, sin final

Con el maestro de computación del colegio Nuestra Señora del Huerto, de Rosario, ideamos una actividad.

A continuación encontrarán la mitad de un cuento, un cuento sin final. Todos aquellos que deseen escribir un final, y mandarmelo por mail (contaleadario@yahoo.com.ar), serán bien recibidos. De todos los finales que reciba, elegiré 5 para publicar en el blog. Los más lindos, los más creativos, los más graciosos. Los que más me gusten. Serán publicados con el nombre de su autor.

Así que, chicos de Nuestra Señora del Huerto, o de cualquier otra escuela que deseen participar, estaré esperando sus increíbles historias.


Un trabajo para cada uno

Débora, la maestra de 2° año, les dijo a los chicos de la clase que dibujaran qué querían ser cuando fuesen grandes.

Cada uno agarró sus lápices de colores, y empezó a dibujar. El aula se quedó en silencio.

Fabián dibujó un bombero, con su traje rojo y una manguera en la mano.

Pablo quería ser poeta. Le gustaba mucho leer y hacer rimas.

Karina siempre soñó con ser doctora. Entonces se dibujó en el papel con un delantal blanco atendiendo a un paciente.

Eleonora quería ser bailarina. Sobre un escenario color marrón se dibujo bailando, y mucha gente aplaudía.

Diego dibujó un futbolista que hacía un gol y toda la tribuna festejaba.

Florencia se dibujó dentro de un televisor. Se imaginaba siendo actriz.

Leo quería ser pintor. Sus colores sobre el papel formaban dibujos hermosos.

Débora se levantó de su asiento, y comenzó a caminar por el aula, mirando los dibujos de sus alumnos. Sus ojos brillaban como dos estrellas. Hasta que vio que Micaela no había comenzado a dibujar. Su hoja estaba en blanco.

-Mica, ¿qué pasa que no dibujas?

-Es que no sé qué quiero ser cuando sea grande.

-Podés ser muchas cosas: doctora, astronauta, científica, arquitecta. ¿Qué te gustaría hacer?

-Me gustaría... Ah... Ya sé –dijo mientras agarraba el lápiz negro.

...

viernes, 18 de septiembre de 2009

Una charla entre amigos

En 2006 publiqué el cuento "Una charla entre amigos" en el libro "Puerta Abierta" de AZ EDITORA. Aquí se los dejo, con ilustraciones y todo, para que lo disfruten. Saludos!

martes, 15 de septiembre de 2009

encontrar el caramelo

Nos tenemos que dar cuenta que a veces convidar puede tener sus beneficios... Les dejo un cuento, donde Gonzalo aprende que compartir es muy bueno.
saludos!


Encontrar el caramelo
Gonzalo era un poco goloso, y no le gustaba compartir sus golosinas. Un día Luciana lo descubrió en el recreo comiendo unos caramelos a escondidas del resto de sus compañeros.
–Gonza, ¿me das un caramelo? –preguntó la nena de largas trenzas.
Gonzalo, que tenía pocas ganas de convidarle, le dijo:
–Mejor ganátelo –anunció mientras se llevaba un caramelo y ambas manos detrás de su espalda.
El chico, con sus puños cerrados, colocó los brazos delante de los ojos de Luciana y le dijo: “¿En qué mano tengo el caramelo?”. Pero la nena vio que Gonzalo había dejado caer el caramelo detrás de él. ¡Había hecho trampa! Y sabía que si decía cualquier mano, iba a perder. Entonces pensó un rato, y le contestó:
–Hagamos al revés. Si descubro cuál mano está vacía me quedo con el caramelo. Es lo mismo, ¿no? –dijo la nena con una sonrisa, porque sabía que ambas manos estaban vacías.
–Si... Es lo mismo... –contestó el nene, mientras entendía lo que sucedía.
–Entonces elijo la derecha –respondió ella muy contenta.
Gonzalo abrió su mano y nada había allí. Sólo una mano vacía.
Gonzalo le dio un caramelo a Luciana, y ella lo sorprendió regalándole un chupetín. Ese día, Gonzalo se dio cuenta que quién da también recibe.

martes, 8 de septiembre de 2009

Cuatro Estaciones

Les traigo un nuevo cuento. Saludos...

CUATRO ESTACIONES
Si nadie te dio la bienvenida, te la doy yo. ¡BIENVENIDO! Sos uno de los miles y miles de pasajeros que viajan en este tren, de asientos cómodos, largos vagones, y con una locomotora que no deja de echar humo. Las vías forman un círculo muy grande, y siempre volvemos a empezar el viaje. En el recorrido de este extraño tren encontrarás cuatro estaciones, muy diferentes entre sí. A veces el tren se retrasa un poco, pero siempre llega. Los nombres de las 4 estaciones los debés conocer.

En la primera estación, el sol brilla con mucha fuerza y nos calienta todo el tiempo. Es la estación más linda, porque cuando llegamos allí tenemos la posibilidad de descansar un montón. Pero pronto debemos subir y continuar con el viaje. La siguiente estación nos espera con el cielo gris. Las hojas de los árboles comienzan a caer, y el frío se empieza a sentir. Luego llegamos a la estación más lluviosa y fría del recorrido. El agua no deja de caer, y muchas veces el viento es tan fuerte que mueve los árboles de aquí para allá. Los guantes y la bufanda son ideales cuando llegamos a esta estación. ¡A veces hasta podemos ver nevar! Pero el tren no se queda allí mucho tiempo, porque debe continuar viajando. La última estación tiene un suave aroma y variados colores. Son las flores que perfuman y adornan el lugar. Es una estación muy linda, porque el sol empieza a asomar. Me imagino que ya conoces el tren, y sus cuatro estaciones. ¡Son el verano, el otoño, el invierno y la primavera, y el tren es el año! Bienvenido a este viaje, que llega a cada estación el día 21. ¡TODOS A BORDO!, y el tren inicia otra vez su viaje.

jueves, 3 de septiembre de 2009

ciencia ficción para chicos II

Este cuento está dedicado a los chicos de la escuela "Nuestra Señora del Huerto", de Rosario. Por sus lindos comentarios; por los increíbles finales propuestos para mis cuentos; por el entusiasmo, y por visitarme tan seguido... Un nuevo cuento de ciencia Ficción para chicos.
saludos!!


TECNOLOGÍA OBSOLETA
TZQ2 abrió sus metálicos ojos, luego de recargar su batería toda la noche y se dirigió al cuarto principal a lubricar sus articulaciones con un poco de aceite. Vivía solo en un pequeño departamento sobre la calle principal.
TZQ2 se dirigió a un panel en la pared, lleno de botones, y oprimió el que tenía un número 113. De un pequeño agujero en el suelo, apareció un hombre, de pelo morocho, con los ojos cerrados y vestido de color plateado. Cuando abrió la boca, comenzó a cantar. De sus labios salió una dulce melodía que cubrió toda la habitación. TZQ2 oprimió algunos botones del panel, y el hombre inició una nueva canción. Luego otra, y otra más. El robot oprimió el número 61, y un nuevo hombre asomó por una de las paredes, también con los ojos cerrados y vestido de plateado. Con sus manos, roció al robot con un frasco lleno de aceite. Y luego le arrojó otro poco por la abertura que parecía una boca. TZQ2 oprimió un nuevo botón y el hombre desapareció por donde había llegado. El robot se acercó a la ventana y miró a través de ella. Afuera otros robots caminaban por la calle, saltaban a la soga, limpiaban vidrios y conducían carretas tiradas por humanos. Algunos humanos estaban parados en la calle, sosteniendo carteles con extraños símbolos. Las carretas se movían, pero cuando los humanos cambiaban de señales, algunas se detenían, y las que se encontraban detenidas, avanzaban. En el jardín de la casa frente al edificio de TZQ2, un robot sostenía de los pies a un hombre que con sus manos cortaba el césped. TZQ2, volvió su mirada dentro del departamento, oprimió un nuevo botón, y otro hombre apareció desde el suelo, esta vez en cuclillas. Luego de unos segundos, el hombre desplegó sus brazos, y estiró un frasco con aceite.
–Bien caliente –dijo TZQ2 luego de tomarlo con sus tenazas.
La música seguía sonando en la habitación.
Un extraño pitido se hizo presente, y el robot oprimió el número 275 de la botonera sobre la pared. Un nuevo hombre apareció haciendo el extraño sonido con su boca. TZQ2 se acercó y el sonido se detuvo.
–Hola. ¿Quién habla? –dijo con voz tranquila mirando el rostro del humano.
–TZQ2, habla TXC44. ¿Te encuentras bien? –se escuchó a través de los labios del hombre.
–Si, jefe. Sólo tengo un poco de fricción en las extremidades inferiores. Nada que no se solucione con aceite caliente.
TXC44 rió a través del hombre indiferente.
–Está bien. No es necesario que vengas a trabajar. Tuvimos que cerrar la fábrica hoy porque seis hombres se descompusieron…, y sabes el tiempo que nos lleva repararlos. Tienen estructuras internas muy frágiles.
–Ok, jefe. Entiendo. Le agradezco el aviso. Nos vemos mañana.
TZQ2 oprimió el botón 275 nuevamente y el hombre regresó al agujero de la pared. La música comenzó a repetirse sin cesar. Una y otra vez, la misma estrofa. TZQ2 se acercó al hombre que cantaba, y comenzó a golpearlo en la cabeza. Dos, tres, cuatro golpes.

En otro tiempo, Martín en su cuarto, escuchaba música. El CD comenzó a fallar y la música no dejaba de repetirse. Se acercó y golpeó al equipo de audio. Una, dos, tres veces. Hasta que comenzó a funcionar nuevamente. Tecnología obsoleta, pensó, y se recostó en su cama.


Si queres conocer más historias de la ciencia ficción para chicos, lee estos cuentos:




martes, 1 de septiembre de 2009

Nuevo Vecino

Les traigo un nuevo cuento para comenzar el mes. Esos cuentos que nos hacen pensar un poco más en el barrio que vivimos. Saludos!


Nuevo Vecino
Era un Domingo a la mañana. Me acuerdo porque estaba sentada en la vereda, jugando con una de mis muñecas. De pronto apareció un enorme camión de mudanzas, de color rojo y blanco. Había doblado en la cuadra de mi casa y estaba avanzando sobre la calle, cuando se detuvo exactamente frente a mí. Era como si el camión me mirara. Me levanté y entré corriendo a mi casa.

-¡Mamá, mamá, alguien se muda! –empecé a gritar como una loca.

Mi mamá, que ya sabía de qué se trataba, me dijo:

-Si, Solcito. Son los nuevos vecinos. Se mudan acá enfrente.

Dejé mi muñeca y corrí a la calle. Le toqué el timbre a Mariana para contarle la noticia. Ella vive junto a mi casa. Cuando mi amiga salió, me preguntó:

-¿Qué pasa, Sol?

Entonces le conté. Su boca se abrió del tamaño de una sandía. Las dos corrimos a contarle a Julián, que vivía en la esquina. Él también se asombró muchísimo. Nos separamos y cada uno fue a contar a todas las casas del barrio lo que pasaba. En pocos minutos, todos los chicos del barrio estabamos en la vereda de mi casa, mirando el gran camión de mudanzas.

Algunos chicos decían que era una pareja de recién casados los que se estaban mudando. Otros aseguraban que eran dos ancianos que querían vivir en un barrio tranquilo. Y otros, que sería una familia con muchos hijos. Pero lo cierto era que nadie sabía quién ocuparía esa casa.

Sin que nos diéramos cuanta, apareció un auto color azul, y se estacionó detrás del gran camión. Cuando lo vimos, todos empezamos a murmurar. Del auto bajó una señora con una enorme panza de embarazada. Luego apareció un hombre con un bigote muy grande y gracioso. Y nadie más bajó del auto. Todos esperábamos ver bajar a un nene o a una nena, pero eso nunca pasó.

Varios hombres comenzaron a bajar las cosas del camión, y nosotros nos quedamos viendo. Había pasado como una hora desde que todos nos habíamos reunido. Cuando el camión se fue, pudimos ver el cartel que habían colocado en la puerta de la casa: “Clases de Violín”.

Sí. A mi barrio se había mudado un músico. Jorge, que es el profesor, comenzó a darle clases a casi todos los chicos del barrio. Y a mí también. Todas las noches, cuando nos acostamos, Jorge toca su violín desde su casa. Y eso hace más hermoso a mi barrio.