Hace unos meses viaje a Río Cuarto para encontrarme con varios alumnos de distintas escuelas de esa ciudad, para que me conocieran y para leerles algunos de mis cuentos. Fui muy entusiasmando, y volví muy contento. Los encuentros estuvieron geniales. Pueden ver fotos aquí http://www.dariolevin.com.ar/2012/06/visita-rio-cuarto.html
Uno de los maestros, Mati Benitez, decidió continuar el trabajo con los chicos, y me dijo que con su grado habían escrito un cuento. Que mi visita fue inspiradora, y que los chicos quedaron muy contentos.
Hoy recibí ese cuento y una foto. Una historia de ciencia ficción que me gustó mucho. Me atrapó. Los personajes hacen divertidas referencias a mi nombre. La trama es muy buena, y el desenlace es increíble!! Muy bueno!!!
Mis felicitaciones a Mati y a cada uno de los chicos que participaron en la creación, tan ingeniosa, de esta historia. Ojalá sigan escribiendo, inventando, y tal vez algún día, también se conviertan en escritores, y logren llegar con sus palabras a muchos lectores.
Les dejo el texto y la foto.
Saludos!
LOS SIN CEREBRO DEL FUTURO
Un día como ayer, pero distinto al de mañana,
en la ciudad de Río Cuarto, un científico, llamado Charles LEVINstone, estaba
tan aburrido en su laboratorio que se puso a diseñar un robot que logre pensar
por él, porque estaba tan cansado de pensar, crear cosas y de ser tan
inteligente, que se puso a trabajar con este invento. Lo creó en tres años, más
o menos unos 105 días. Lo llamó Big Brain.
Cuando finalizó el robot, lo probó y vio que
funcionaba. Fue en ese momento que decidió extenderlo por todo el mundo,
entonces lo publicó en youtube, facebook y otras redes sociales, también en
diarios y revistas; televisión, cine, publicidades callejeras, hasta en la
radio.
Las personas de todo el mundo conocieron a Big
Brain y se vieron muy entusiasmados por este invento, ocuparían menos tiempo en
pensar. El precio era de 50 dólares, bastante accesible para todo el mundo.
Casi todas las personas del planeta entero
tenían su robot pensante, menos un hombre, llamado Juan Ariel, que era escritor
y no confiaba en que una máquina podría hacer tantas cosas como las hacía él.
Los fines de semanas Juan salía a pasear para
tener ideas para sus cuentos. Cada vez que salía, veía a los humanos siendo
controlados por las máquinas.
Juan Ariel se sentía muy mal por las personas,
ya no podían compartir momentos necesarios con amigos ni familia, estaban todos
controlados, hechos unos zombies, sin sentimientos ni emociones, porque como
los robots no tenían sentimientos, ellos tampoco lo tenían.
El escritor cansado de ver tantos robots
controlando humanos, empezó a buscar al científico por medio de la computadora,
lo googleó. Cuando logró encontrarlo, viajó hacia a donde estaba el científico.
Cuando llegó al laboratorio le empezó a gritar pidiendo que desactive todas las
máquinas. Charly sólo lo podía escuchar, no podía hacer nada de lo que le pedía Juan, porque el científico también
estaba siendo controlado por una máquina.
Al no recibir una buena respuesta, salió del
laboratorio corriendo desesperadamente, corrió más o menos 1 kilómetro. Dobló
en una esquina y chocó un robot, éste se cayó y Juan Ariel lo quiso ayudar, lo
agarró de la mano y lo levantó. Cuando la máquina se paró empezó a decir: - recalculando, recalculando, recalculando, no
encuentro sentimiento.
El robot no sabía cómo actuar frente a un acto
generoso. Fue ahí cuando se apagó, había sido desactivado por el gesto de Juan
Ariel. El humano, que estaba siendo controlado, volvió a ser como antes, una
persona que pensaba y con sentimientos. Lo abrazó y le agradeció.
Juan tenía que volver al laboratorio, había
descubierto como desactivar a los robots. Empezó a mirar hacia todos lados y
vio una moto estacionada; la agarró, la hizo arrancar y salió rumbo al
laboratorio del científico LEVINstone.
Cuando estaba llegando, vio la puerta a lo
lejos, aceleró y con las piernas levantadas chocó la puerta y la rompió en
muchos pedazos.
Ya adentro del laboratorio, se bajó de la
moto, abrazó al robot del científico y se desactivó. Charly LEVINstone, volvió
a ser como era. Juan le pidió por favor que desactive todas las máquinas quita
cerebros del mundo. El científico agarró su computadora y apretó el botón que
decía desactivate y así se apagaron todos los robots.
Todos agradecieron a Juan por volver al mundo
a la normalidad.
Cuento
escrito por los educandos de la Escuela de Agronomía de Río Cuarto.
TERCER GRADO AÑO 2012
Joaquín Arconstanzo.
Fidel Fenoglio.
Maximiliano Castro.
Emanuel Varea.
Francesco Sereno Dadone.
Guadalupe García Gonzalez.
Rocío Auzmendi.
Sofía Villordo.
Lucía Piatti.
Nicolás Knuttsen
Nicolás Pelegrinelli.
Nicolás Mengo.
Lucas Tonello,
Santiago Gionco.
Francisco Monchietti.
Dante Teramo.
Valentino Pesci.
Agustín Passone.