¿Cómo? Cuando lean este texto, encontrarán frases en itálica, que tal vez les parecen conocidas. Seguramente, conocen a sus autores. Si las descubren, bienvenidos los comentarios.
Saludos!!!
LA FLOR ARGENTINA
De un árbol de poca
altura, a la vera de un río en el Litoral argentino, una flor rojo carmín nace
y se despereza. Jamás creyó que su nacimiento sería reconocido, que su
despertar ayudaría a un país.
–¿Quién soy? Estoy tratando de averiguarlo
–dijo un día la flor–. Pero creo que soy parte de un pueblo, de mi patria que
me cobija. Cada mañana cuando nos
despertamos, nacemos. Y eso nos da fuerza para volver a empezar.
–Si no sabes quién
eres, ¿cómo es posible tu felicidad? –preguntó un junco sobre el río.
–Debido a que sé
qué me mantiene sobre esta rama –contestó la flor del ceibo– Yo jamás me arrimé al sol que más calienta,
pero aún así lo siento en mí. Fue la mano
de Dios la que me puso aquí, y por eso celebro. Son los sonidos de la naturaleza,
sus colores, el tiempo, lo que me hace ser lo que soy.
–¿Pero no deseas
tener patas y escapar? –preguntó un ciempiés.
–No las necesito
para ser libre –respondió muy segura la flor.
–¿No deseas que un
hombre te lleve a su casa para ser admirada? –quiso saber el viento.
–La vida es nada si la libertad se pierde
–confió segura la flor del ceibo–. Seamos
libres, lo demás no importa nada. Yo aquí me siento libre, y el hombre debe
aprender a admirar mi belleza junto a lo que me rodea. Sé que las tempestades
pueden lastimarme, pero quiero más una
libertad peligrosa que una servidumbre tranquila.
–¿Y te sientes a gusto así? –dijo el agua.
–Claro que si, pues el pájaro cantor jamás se para a cantar
en árbol que no da flor. Y el ceibo acepta a las aves, el canto de los
pájaros junto a mí ayuda a comprender la vida. Como también lo hace el agua que
me salpica, o la brisa cada mañana. No
pienses que estoy sólo, estoy comunicado con todo lo demás.
–¿Y qué te gusta de
ser flor? –preguntó la rosa desde el suelo.
–Seguramente lo
mismo que a ti: inspirar a los hombres, ser fuente de poesía, pasión y de
ideas. Porque las ideas no se matan,
y eso los mantiene vivos. Y a nosotras, las flores, nos alegra la existencia. Los hombres deben ser sagrados para los hombres,
y no combatir entre ellos, sino trabajar en conjunto, por el bien de todos.
–¿Y eres feliz
desde esa rama?
–Claro que soy
feliz. Ser flor nacional es un honor. Pero si de mi dependiera para mantener
vivo mi país, renuncio a los honores,
pero no a la lucha. Eso lo tengo claro: pelear por lo que creo justo. Endurecerse sin perder la ternura jamás,
porque perdería la esencia que soy: una flor, y lo que eso significa. Puedo decir que mi país es Argentina, y
eso me convierte en su flor nacional.
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