LIBRO JAG SAMEAJ

LIBRO JAG SAMEAJ
En este libro encontrarás relatos e ilustraciones sobre las fiestas judías, para leer con tus hijos, con tus alumnos, o con tus janijim. Los 13 cuentos relatan historias de Pesaj, Iom Kipur, Rosh Hashana, Sucot, Purim, Jánuka y muchas otras festividades. Tiene además 5 relatos bíblicos que te ayudarán a ubicar el contexto de cada fiesta. Ideal para chicos entre 4 y 9 años. Hacé click en la imagen y llevate el Ebook.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Muchas manos en mi escuela


Hace unos meses escribí un texto para un libro escolar, de la editorial Ediba sobre el Día de la cooperación escolar, que se celebra el 15 de octubre. Les traigo el texto que hará recordar su infancia a más de uno. Saludos!


Muchas manos en mi escuela 

            Cuando volví al barrio de mi infancia, sentí nostalgia. El verde de los árboles no era el mismo. Algunos negocios habían cerrado sus persianas. Muchos vecinos se habían mudado. Los recuerdos que tenía de mi escuela, imborrables colores y sonidos de mi memoria, permanecían inquietos y saludables. Y fue una pequeña idea la que se gestó y creció, junto a ex compañeros de mi grado. Muchas manos eran necesarias.
            Al llegar a mi vieja escuela, el patio no era tan grande como lo recordaba. Los enormes ventanales de las aulas, ahora sólo eran pequeñas ventanas casi transparentes. Sus paredes descascaradas no permitían distinguir el color que las habían embellecido. Los bancos desgastados apenas permitían soportar un cuaderno y una cartuchera. Los muros de las aulas, con mapas, cuadros y dibujos de los chicos, me hicieron añorar mis épocas de alumno. Todo estaba igual, pero había cambiado. Por eso, cuando me encontré con mis antiguos compañeros de clase, construimos una idea para ayudar a la escuela. Muchas manos aparecieron.
            Mi colegio siempre tuvo su bandera en lo alto del mástil. Cada mañana nos traían té y galletitas para que pudiéramos desayunar y tener algo calentito en el estómago. Todo lo que aprendí en la vida, se lo debo a mi escuela primaria. Por eso, con mis compañeros nos organizamos para ayudar a nuestro viejo colegio, y que nunca le falte nada.
            Conformar la cooperadora de la escuela de mi barrio fue una tarea difícil, pero placentera. Queríamos devolverle todo lo que nos había dado cuando éramos alumnos. Juntamos algo de dinero, y comenzamos a trabajar. Pintamos paredes, compramos nuevos bancos más cómodos, organizamos bingos y rifas para que los padres participaran, y así recaudar fondos. Lo esencial era no olvidarnos lo importante que era nuestra escuela.
            Yo no era ni padre ni alumno, pero me di cuenta que mi ayuda era muy importante para que los chicos pudieran estudiar y aprender en mi antigua escuela. Mi granito de arena era parte de una gran montaña. Muchas manos, hicieron la diferencia.